El ladrido en caja de galletas

Happy birthday, Sonya. Este momento huele a naftalina, daddy’s sweetheart. Tengo un perro para ti, nada de pedigrí, prohibidos los nombres de humanos para amonestarlo; quizás tu voz de novata en maternidad ante su vacuna… División de opiniones y la parábola trazada al lanzar la zapatilla sobre su lomo. «Parvovirosis en grado seis, señorita», dos semanas para nosotros en Cuba mientras se requiere un milagro a pie de hocico. El can envejecerá sin descendencia y acabará tan loco como su vendedor: antes de timarme el tipo regateó unos minutos, breves e intensos, cinematográficos y casi circenses. Chantaje emocional, la enciclopedia del mejor amigo y consejos sobre halitosis. Tengo un perro que olfatea a tu padre alcohólico desde la sorpresa. Entrenado para sacrificar su tiempo entre tus dedos, será canonizado en su postura más enquistada. Sueños babeados en la fase rem, lirios de la pared arrancados de cuajo por sus bellas garras: ¿por cuánto subastaste a tu último novio?, ¿qué fue del gato persa que se postró ante tus botas?. En Amsterdam sentirás la tensión del reciclaje y la pasión por cientos de piensos con vitaminas. Es por eso que emigraremos mañana mismo aunque nos lloren las perreras al paso y no hallemos excusa para estar a su altura.

Acerca de losasesinatosdepeterpan

Siempre espero que el lector reconozca el límite entre el autor y su obra. Jamás creas todo lo que lees, escuchas o imaginas. Ante la aparición de una duda conecta con la respuesta más sencilla, y si no te llena, cuestiona.
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2 respuestas a El ladrido en caja de galletas

  1. Juan Pizarro dijo:

    Creo que te gustará mi libro, Vosotros, ¿esècie superior? Te haré llegar un ejemplar dedicado.

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